Legalización de la marihuana

LEGALIZACIÓN DE LA MARIHUANA

Introducción.

Yo creo que fumar es dañino para la salud y que hay que evitar fumar, esto incluye tanto el tabaco como la marihuana o cualquier otra hierba. La tarea que debemos enfrentar es como lograr reducir o eliminar el consumo de esas drogas. Esto como premisa inicial, porque algunos suponen que si uno propicia la despenalización de la marihuana, lo que está proponiendo es una expansión de su consumo. Es justamente al revés, partiendo del respeto a la dignidad humana hay que buscar soluciones que funcionen porque las actuales son, en general, un gran fracaso.

Cuando a mis alumnos les exponía la idea de combatir el narcotráfico y la reducción del consumo de drogas mediante su legalización, la unanimidad rechazaba la idea. Era un rechazo absoluto y a la vez paradojal porque no cabe dudas de que del centenar de estudiantes tenía que haber algunos -quizás muchos- que a lo menos fumaban marihuana ya que según estudios del CONACE en 1999 el 31% de las personas entre 19 y 25 años lo hacía. Esta paradoja es que creen que debe prohibirse lo que ellos mismos hacen y sospecho que es como la concepción cristiana del pecado, no debe hacerse pero se hace y  después se comulga.

En otros círculos, el plantear esta idea produce generalmente una reacción similar. Creo que la reacción negativa es a priori y se parte del supuesto que la legalización de esta droga significa estimular su consumo y que una proporción mayor de la población aprovechará esa libertad para consumir más y terminarán como drogadictos perdidos.

Hasta los neo liberales, que han construido un verdadero templo para adorar a Milton Friedman, no pueden entender que éste sea partidario de la legalización del consumo de drogas. Y Milton Friedman -en este plano – tiene muy buenas razones económicas, las que no son tema de estas notas.

En una sociedad patriarcal como la chilena, la gente espera que el Estado resuelva esta materia imponiendo la prohibición del consumo de la droga. No importa que muchos no le hagan el menor caso a la imposición del “big brother”, el asunto es que ya existe la ley que resuelve el problema mediante la prohibición.

Para enfrentar este tipo de problemas, que tiene un profundo contenido ético, conviene partir de los principios que deben aplicarse.

Principios.

El ser humano debe gozar de libertad y puede decidir por sí mismo, es el libre albedrío del cual estamos dotados, según el cristianismo, o desde un punto de vista más universal, según la Declaración de Derechos Humanos, estamos dotados de “razón y conciencia”. Por supuesto que las decisiones que se adopten ejerciendo la condición humana de la libertad exigen responsabilidad y “un comportamiento fraternal los unos con los otros”. Es decir, en relación a los demás debe reinar la fraternidad, lo que implica no causar daños a los otros y respetarlos. Este es el límite a la libertad. Por supuesto que estos derechos están restringidos en ciertas personas como niños y personas con limitaciones mentales.

También, la mencionada Declaración Universal señala: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada”. Es decir hay un ámbito en el cual la persona debe decidir por sí misma, sin injerencias de otros poderes, sino la propia conciencia. Por supuesto que puede haber injerencias legítimas en la vida privada, por ejemplo en la vida familiar cuando hay violencia, pero en este caso, si bien es la vida íntima, ya se está en el ámbito de la relación con otras personas, con todas las cuales hay que comportarse fraternalmente.

Conforme a estos principios, el Estado no puede invadir la intimidad de la persona y lo que la persona decide consumir está en el ámbito de la privacidad. Puede haber factores económicos o de otro tipo que limiten ciertos consumos, pero lo que es inaceptable es que se establezca por imposición estatal qué es lo que se puede consumir y qué es lo que no se puede consumir según principios ideológicos.

El Estado y cualquiera asociación civil tiene derecho a recomendar determinados consumos o recomendar no consumir otros. Mientras mejores razones se tengan, probablemente podrán convencer a más personas. Pero el Estado no tiene derecho a imponer determinados consumos, pues su función esencial es garantizar y proteger los derechos de las personas.

Hay religiones que imponen determinados consumos y prohiben otros, pero ello sólo se puede exigir a aquellos que voluntariamente han adherido a esa religión, aceptando esas injerencias, Así los musulmanes prohiben el consumo del alcohol y de la carne de cerdo, los judíos exigen una preparación especial de los sacrificios de reses para poder consumirlas. También hay prohibiciones de consumo durante ciertas horas o períodos o prohibiciones parciales como en el ramadán musulmán, celebraciones religiosas judías o la semana santa cristiana.

Los argumentos sanitarios.

Puede argumentarse que sí es aceptable prohibir consumos que causen daño, pero el Estado no puede decidir arbitrariamente que drogas como el tabaco y el alcohol, que tienen efectos nocivos reconocidos puedan ser consumidas, mientras que otras que no causan daño o el daño es menor o similar están prohibidas. La única forma de resolver este problema es personal. Cada persona debe decidir estos temas porque no se trata de una relación con los demás sino que consigo mismo. Es imposible establecer una frontera precisa entre lo que causa daño y lo que no lo causa porque las variantes son infinitas. ¿El Estado debe prohibir el consumo de azúcar a los diabéticos? ¿El Estado debe prohibir el consumo de Coca Cola porque provoca adicción? ¿El Estado debe prohibir el consumo de productos Mac Donalds porque provocan obesidad? ¿El Estado debe prohibir el consumo de sal a los hipertensos? ¿El Estado debe prohibir el consumo de cerveza y mariscos a los que sufren de gota? ¿El Estado debe prohibir una lista de alimentos a personas con desequilibrios en el colesterol, la bilirubina, los gliceridos?

Evidentemente que , fuera de resultar absurdas estas prohibiciones, resultarían inoperantes. Habría que crear una policía del consumo que vigilara a cada persona (¡Es la sociedad que Orwell describe en 1984!). Pero sí es factible que los médicos ordenen o recomienden ciertos consumos y otros los prohiban, pero es la persona quien acepta o no estas instrucciones.

De manera que fuera de argumentar con principios hay que ser pragmáticos y rechazar soluciones que en realidad no funcionan o que si funcionaran implicarían una cantidad astronómica de recursos.

Lo que le corresponde al Estado y otras instituciones es informar y educar para que las personas hagan el consumo más sano. Pero la persona debe decidir y no el Estado por la persona.

La paradoja de la ineficiencia.

En casi todos los países del mundo, excepto escasos ejemplos en los que se prueban otras medidas, las políticas públicas anti marihuana se basan en tres líneas: prohibir el consumo de la marihuana, penalizar su consumo o distribución (o ambos) y crear frondosos y caros aparatos burocráticos. Aparatos encargados de investigación del tema, tribunales y cuerpos policiales para reprimir el consumo y la distribución y como paradoja de la ineficiencia y la ineficacia de toda esta política, se crean instituciones de apoyo a los drogadictos, hospitales, clínicas psiquiátricas y sicológicas y finalmente tribunales y cárceles para los infractores. Así se provoca, por ejemplo que los sistemas de prisiones están rebalsados en Estados Unidos y de cada cinco presos uno lo está por consumo de drogas y este país tiene el récord mundial de convictos: 42 por cada 10.000 personas.

Para nadie es un misterio que estas políticas han fracasado en todo el mundo. No hay ni un solo país que pueda cantar éxito con estos procedimientos y países como Estados Unidos gasta miles de millones de dólares al año en programas que probadamente están destinados el fracaso ya que actualmente tiene trece millones de drogadictos. Ha destinado 2.000 millones de dólares para apoyar la lucha en contra de las drogas en Colombia y recientemente ha suspendido esta ayuda por sus escasos resultados. En Chile, según cálculos conservadores, se gastan 60 millones de dólares al año en el combate, prevención y rehabilitación. Pero los costos reales superarían los cien millones de dólares.

En Chile hay destacados políticos que han logrado un amplio respaldo, ascendiendo de diputados a senadores, con programas que insisten en la represión como única solución. Permanentemente exigen más y más policías en acción y sin embargo, el consumo de las drogas no disminuye, sino que se diversifica y aumenta. Sin embargo, parece que ellos tienen la solución y la esgrimen convenciendo a la gente que esa es la solución, la que ha sido un fracaso universal. Es una simple expresión de la mentalidad totalitaria heredada de la dictadura militar, cuando se creía que todo se resolvía reprimiendo.

Ahora hay una inmensa burocracia en el mundo dedicada al combate de las drogas, está institucionalizada y ha construido baluartes que justifican su existencia a pesar de los resultados totalmente nulos. De nuevo, paradojalmente, los que combaten las drogas, viven de la existencia de la drogadicción, de manera que sus argumentos están siempre teñidos de sus intereses de permanencia en los puestos de los castillos burocráticos que han construido. Es como un cuento de Italo Calvino: un país creó el “Ente para combatir las hormigas” y este Ente, resulto ser el más interesado en propagar las hormigas.

En Chile el gobierno hizo una evaluación en agosto del 2000 y la conclusión fue que la política anti drogas era “absolutamente tímida e ineficaz” (La Tercera 06-08-2000).

Combatir el narcotráfico.

Sin embargo, los problemas señalados antes, sobre el costo y fracaso de los programas represivos ha traído otro elemento perverso, quizás el peor de la drogadicción: el negocio del narcotráfico. Después del petróleo y el contrabando de armas, es el negocio más próspero del mundo. Se calcula que el narcotráfico genera ingresos por 400.000 millones de dólares al año y hay 218 millones de consumidores de drogas en el mundo.

Al ser prohibidas las drogas y en especial la marihuana, se han creado, a su vez otras frondosas redes de productores y narcotraficantes que han adquirido un poder inmenso. En Colombia, Perú, Bolivia, Birmania, Pakistán, Irán y otros países tienen una influencia decisiva en la política y a veces controlan amplias regiones de esos países transformándolas en republiquetas o reinos de la droga.

La marihuana se puede adquirir en cualquier esquina de cualquier ciudad del mundo. En Chile hay 300.000 microtraficantes que la venden junto con las drogas pesadas según la Asociación Chilena de Municipalidades. Si es así, ¡es una de las actividades que genera más empleo en el país!

El narcotráfico es una actividad, que para existir debe corromper a las instituciones encargadas de combatirla. Hay casos paradigmáticos como el de Hong Kong durante el dominio británico, allí toda la policía estaba conectada al narcotráfico, en Birmania y Tailandia el ejército está subordinado a los barones de las drogas. En todo el mundo, incluyendo a Chile, se descubren hebras de las organizaciones de narcotraficantes en las policías en forma permanente.

Según un conocedor del tema, un narcotraficante que está encarcelado en Estados Unidos (Carlos Zuloaga), él “exportó” a Chile por el Paso Libertadores unos 40.000 kilos de pasta base para su refinación y distribución desde nuestro país y destinó 300.000 dólares a obtener apoyo en la policía y los tribunales.

Para finalizar este punto hay que recordar que el narcotráfico está exento de impuestos y es el negocio más lucrativo que hay. Pero lo más terrible es que el tráfico de drogas genera y fortalece el crimen organizado, que empieza a penetrar muchas actividades y en especial a los poderes públicos. Para nadie es una novedad que las policías declaman cada cierto tiempo que han hecho el decomiso de drogas más grande de la historia y que han destruido la red de narcotraficantes más poderosa del país. La televisión y la prensa escrita exaltan estos triunfos y cantan victoria, mientras que el narcotráfico sigue operando normalmente. Según narco traficantes ellos asignan como parte de sus costos una pérdida del 10% de sus cargamentos, este 10% es el que justifica la existencia de la burocracia antidrogas pues demuestra su eficiencia. Pero es de vieja data que en muchos negocios se contabilizan las mermas y pérdidas “naturales” como costos del proceso productivo o de su comercialización y lo que decomisa la policía son esas mermas que no afectan el negocio. Si los dichos del narcotraficante mencionad son ciertos, los decomisos efectuados en el año 2000 dan una idea de la magnitud de este negocio perverso. Ese año el decomiso fue de 490 kilos clorhidrato de cocaína, 1.586 kilos de pasta base y 3.277 kilos de marihuana prensada. El volumen total sería entonces diez veces más, es por ello que hay 400.000 personas que en Chile consumen marihuana.

En defensa de la marihuana.

La marihuana y el tabaco se han fumado durante cientos de años, pero sólo en el siglo XX empezaron los estudios que en el caso del tabaco demostraron su efecto fatal. La marihuana de demonizó a partir de la guerra de Viet Nam. La CIA declaró, sin ningún fundamento, que la marihuana era la culpable del aumento del consumo de heroína después de Viet Nam. Lo probable es que Viet Nam fuera la verdadera causa.

Aunque aún hay un debate sobre el daño que causa la marihuana, la tendencia universal de los estudios es considerar que es mucho menos nociva que el tabaco y el alcohol y que tiene aspectos muy recomendables para la salud. No tiene comparación con las drogas pesadas.
Los estudios sobre la marihuana han resultado en general muy favorables y no hay constancia en sus efectos nocivos (excepto un caso, pero relativo a un simio).

La marihuana no provoca adicción como el tabaco, ni es el portal de entrada para otras drogas. Al contrario, las reemplaza sin los riesgos de las otras.

En Canadá, las muertes anuales por tabaco son 33.000, por alcohol son 7.000 y por drogas ilícitas, 300, en consecuencia, la marihuana probablemente no ocasiona ninguna muerte, pues es sabido que las drogas pesadas son las que provocan los casos fatales.

Aunque no tiene relación directa con la marihuana, en Europa, (Holanda, Reino Unido, Suecia) los porcentajes de drogadictos infectados de SIDA es más bajo que en Estados Unidos, ya que hay una política de darles ayuda y terapia a los drogadictos y no perseguirlos (les dan jeringas limpias, lugares para inyectarse en condiciones higiénicas y terapia). La represión no ha resuelto el problema, las políticas más flexibles al menos tienen resultados más favorables en estos aspectos.

En los años 70, algunos Estados de EEUU despenalizaron la marihuana, el resultado fue que bajaron las emergencias por consumo de drogas. En Holanda la despenalización provocó un aumento del consumo en el corto plazo pero una disminución en el largo plazo.

En Estados Unidos existe una discusión sin fin sobre los resultados de la ley seca que prohibió el consumo de alcohol, pero nadie discute que a lo menos, el término de esta ley arrebato un próspero negocio al crimen organizado, generó grandes ingresos por los impuestos y permitió que los alcoholes que se expenden sean de buena calidad, mientras que durante la prohibición éstos eran meras combinaciones químicas muy dañinas, ya que era imposible traficar alcoholes de baja graduación como la cerveza y el vino, por su volumen, y era mucho más rentable los de alta graduación alcohólica, similares al gin y al ron.

Recientemente el Consejo Para la Prevención de Drogas del Reino Unido ha declarado que las investigaciones realizadas aseguran que la marihuana no es adictiva y que es mucho menos peligrosa que el tabaco o el alcohol.
Resultados actuales.
La política represiva en contra de la marihuana ha sido un fracaso total en todo el mundo. –
-Cada vez se consume más. Hay que imaginar otras políticas.
-Los narcotraficantes tienen el más próspero negocio que hasta está exento de impuestos.
-Al amparo del tráfico de la marihuana se han fortalecidos los tráficos de las drogas pesadas.
-Los narcotraficantes ofrecen todas las drogas disponibles junto con la marihuana.
-La marihuana que distribuyen los narcotraficantes está contaminada (la marihuana paraguaya es envasada con neopren para su conservación y para generar adicción).
-El narcotráfico ha creado y fortalecido el crimen organizado.
-Los narcotraficantes son actores activos en la corrupción de las policías, los tribunales y la política.

Proposiciones y estimación de resultados futuros.
La legalización de la marihuana significa reconocer la libertad de la persona humana y la prohibición de que el Estado viole la intimidad de cada persona.

La legalización de la marihuana implica que ésta puede producirse sin los agregados dañinos. Para ello debe existir un organismo del Estado que asegure la calidad de la producción a través de un Estanco.

La marihuana podría venderse en las farmacias a los mayores de edad a un precio que desaliente el tráfico ilegal y asegure el pago de los respectivos impuestos.

La marihuana es un vegetal de alto rendimiento que puede cultivarse en casi todas partes sin gran uso de pesticidas o abonos químicos. Y que puede usarse en muchas áreas (química, farmacia, combustibles, papel, textiles degradables, etc.)

Se lograría separar los mercados, creando un mercado legal de la marihuana, ajeno al mercado de las drogas pesadas operado por el crimen organizado.

Se aplicaría el principio de “quien daña paga”. Es decir que se aplicarían impuestos similares al tabaco y el alcohol. Estos recursos pueden emplearse para combatir el consumo de la misma marihuana y otras drogas a través de la información, la prevención y las terapias.

Grandes recursos actualmente utilizados por las policías y los tribunales para reprimir la marihuana quedarían disponibles para otros fines o para bajar los impuestos.

El crimen organizado perdería una de sus fuentes más importantes y debería provocar efectos debilitadores en esas organizaciones. El crimen organizado carecería de la cuantía de recursos que hoy emplea en corromper la sociedad civil y las instituciones públicas.

Conclusión.

No se puede asegurar que con las medidas propuestas aumente o disminuya el consumo de la marihuana (En otros países que la legalizaron aumento al comienzo y después tendió a disminuir).

La ley propuesta por el Senador Ávila que permitiría el cultivo y consumo personal de la marihuana es una proposición alternativa sensata y que se está discutiendo o llevando a la práctica en varios países europeos con diversa amplitud.

Pero que lo sí se puede asegurar es que las políticas actuales han fracasado rotundamente y hay que inventar otras, para ello, como decía Einstein, la imaginación es más poderosa que el conocimiento.

La finalidad, es impedir o reducir el consumo de todas las drogas dañinas, incluyendo la marihuana, el tabaco y el alcohol, pero respetando la dignidad humana.

Fuentes: INTERNET
www.integralcom.com
Info @manifestacionvirtual.com
Prensa nacional

Patricio Orellana Vargas