Confusiones éticas.
Las confusiones éticas del senador
El senador Fernández vive en una permanente confusión ética. Sus declaraciones son del todo confusas y están lejos de cualquier principio ético tradicional como verdad, responsabilidad, lealtad, coherencia, etc. El senador Fernández ha declarado que él actúa siempre con la verdad, lo que reitera de manera más declarativa aún su defensor el abogado Schweitzer.
La argumentación es que Fernández contestaba las consultas de los tribunales sobre detenidos desaparecidos, traspasando la información de los organismos de seguridad, porque como provenían de organismos del más alto nivel, dependientes del “Presidente de la República”, no había razón para dudar de ellas, de manera que esa era la verdad.
Naturalmente que tanto Fernández como el país entero saben que esa información era falsa, es decir, eran mentiras. De manera que Fernández cree que la mentira fue verdad en las circunstancias que describe. Evidentemente está errado. La mentira lo fue tanto entonces, como ahora, aunque él ingenuamente haya creído que era verdad. De manera que él actuaba con la mentira y no con la verdad. Esto recuerda la obra de George Orwell “1984”, donde una dictadura transformaba la verdad en mentira y viceversa.
El Sr. Fernández distingue dos tipos de verdades, la genérica y la específica. Parece que la genérica es la información que existía sobre las violaciones a los derechos humanos que ocurrían en Chile (que Fernández dice conocer por la información nacional e internacional) y la específica, respecto de la información en la que él confiaba. De nuevo hay que recordarle al Sr. Fernández que en la tradición occidental, la verdad es una sola, no puede haber una información genérica que reconozca las violaciones a los derechos humanos y otra específica que las niegue. De nuevo el Sr. Fernández recurre a su ingenuidad y dice que él elegía la verdad específica que le entregaba la CNI. ¿La verdad es una cuestión de elección?
El Sr. Fernández declara caballerescamente, que él asume sus responsabilidades, lo que es aplaudido por Lavín y toda la derecha. Alaban la hombría del Sr. Fernández. ¿Pero que es la responsabilidad? En un sentido lato es responder por lo hecho. De nuevo en la tradición occidental, el político que asume su responsabilidad reconoce sus errores renunciando, incluso cuando ha sido engañado, el ejemplo destacado por El catedrático Carlos Peña, es el del Canciller Willy Brandt, que renunció cuando fue engañado por un espía comunista. Aquí Fernández dice haber sido engañado por los servicios de seguridad, pero le traslada la responsabilidad a esos servicios y él sigue en su cargo de senador. Sin embargo, esta actitud, significa que Fernández carece hasta de la mínima lealtad con su presidente. En efecto, él señala que toda la información falsa provenía de los servicios de seguridad que dependían de Pinochet, o de los jefes de zona que eran militares.
La conclusión obvia es que los que cometían las violaciones eran los militares y los civiles a su servicio no tienen ninguna responsabilidad ¿Hay mayor falta de lealtad a un régimen militar? La responsabilidad efectiva debió ser una de las siguientes alternativas: asumir los crímenes cometidos, tratando de restaurar la verdad y dando a conocer a los responsables, reparando el daño causado y a lo menos renunciar a sus prebendas. Lo otro, que puede ser injusto, pero digno, es declarar que él respaldaba toda la política de Pinochet en consideración a sus principios que exigían la muerte, tortura y desaparición de los opositores. Fernández no elige ni la una ni la otra. Elige la opción de decir que los militares lo engañaron y que él no sabía nada. ¿Se imagina el lector que el ministro del Interior, Premier, jefe del Gabinete, mano derecha de Pinochet, no sabía nada? ¿No sabía nada quien tiene el rol de establecer las políticas públicas principales del gobierno, incluyendo las políticas represivas?
Finalmente, Fernández destaca que durante su mandato disminuyeron las violaciones a los derechos humanos, lo que implica reconocer dos cosas, que había violaciones y que durante su mandato siguieron. El destacar que “disminuyeron” es una mera cuantificación absurda. Si había mil casos de detenidos desaparecidos, y durante el período de Fernández hubo sólo 100, quiere decir que había mil crímenes pendientes y el asesino mató, además a otras 100 personas, de manera que aumentaron las muertes ¿Que se piensa de un asesino en serie que ha matado a 10 persona y al año siguiente sólo mata a dos más? ¿La policía y la población van a concluir que el asesino es mejor? Estos absurdos están entre las confusiones éticas de quien diseñó y aplicó una política represiva que jamás había llegado a los extremos que llegó durante su mandato. Esperemos que el Sr. Fernández le eche una mirada a sus actos y concluya que sus confusiones no explican nada, sólo demuestran que carece de todo principio.