La educación ya no es tan buen negocio
La educación ya no es tan buen negocio
Patricio Orellana Vargas
Los grandes negocios son muy sensibles a la situación política. Basta ver como fluctúa las bolsas de comercio ante los acontecimientos políticos. El próspero negocio de la educación universitaria en Chile empieza a mostra estos signos.
Hasta hace tres meses era uno de los negocios más prósperos, La universidades privadas habían conseguido que los estudiantes pagaran sus aranceles con créditos avalados por el Estado. Los bancos hacían los pagos sin titubear porque eran préstamos totalmente seguros. Las familias aceptaban los aranceles más altos del mundo porque la aspiración fundamental era que sus hijos llegaran a ser profesionales o técnicos calificados. Los bancos obtenían los créditos del Banco Central, del Estado o de depósitos por los cuales pagaban bajas tasa de interés y lo prestaban a las altas tasas de lo préstamos estudiantiles. Además las universidades-negocio no tenían límites para fijar el monto de los aranceles. Era un negocio redondo para los bancos y las universidades privadas. Para las familias y los estudiantes era una forma de esclavitud moderna pues quedaban condenados a pagar durante décadas estos préstamos que se inflaban permanentemente con los intereses. Todo este sistema estaba cubierto por el manto legal de la hipocresía de que las universidades privadas no tenían fines de lucro. Además y de premio superlativo, el Estado hacía aportes a las universidades privadas, lo que incrementaba sus ganancias.
Un resultado logrado por las luchas estudiantiles de este año se refleja en el sucesivo retroceso de la posición del gobierno. Empezaron con una defensa irrestricta del lucro como motor del desarrollo, después pretendieron legalizar el lucro de las universidades y ahora prometen establecer controles para verificar que las universidaes privadas cumplan con las leyes que prohiben el lucro, aunque siguen sosteniendo que puede haber al menos dos tipos de universidades, lo que implica que no todas podrían lucrar.
Para el neoliberalismo la creación de mercados es el desarrollo y progreso que conduce a la sociedad abierta, los que no participan son los restos de la sociedad tribal, donde aún imperan los absurdos valores de la solidaridad y fraternidad según Friedrich Hayek, el padre de esa doctrina.
Hace algunos meses se compraban y vendían universidades en el nuevo y próspero mercado educacional. La Universidad Santo Tomás se transaba en 70 millones de dólares, Las Universidad Andrés Bello se vendió en 250 millones de dólares. El Banco del Desarrollo compraba la Universidad Central, también se vendió la Universidad de Viña del Mar y un gran grupo inversionista, la Southern Cross firmaba un convenio para adquirir gran parte de la Universidad del Mar, con sus 20.000 alumnos y sedes en 14 ciudades, pero en el plazo legal de 90 días, manifestó su total arrpentimiento y dejo sin efecto la compra declarando “Ya no están dadas las condiciones para materializar esta asociación”.
Es evidentes que estos negociantes captaron que hay cambios y que el lucro excesivo se disuelve al derribarse la cortina de hipocresía que lo ocultaba: Ya nadie cree en que haya empresas sin fines de lucro. Todas ellas existen con ese fin, sean universidades, retails o funerarias. Ya lo sostuvo el divulgador del neo liberalismo, Milton Friedman que sostuvo, sin hipocresía en este nivel, que el fin y “las responsabilidad social de los negocios es aumentar sus utilidades”. Lo que constituye el primer mandamiento empresarial. Lo demás es engaño para los inocentes.
Las universidades-negocio están dejando de ser un próspero mercado, no porque se haya tomado alguna medida para impedir el lucro, sino porque las expectativas del mercado es que el lucro comienza a morir en ese ámbito como efecto de las luchas estudiantiles y sociales.
*Profesor de la Universidad de Chile, retirado
Santiago, agosto de 2011