La ética ¿dónde está?

La ética ¿Dónde está?

 

La corrupción en América Latina. 

Las crisis que sufren muchos países latinoamericanos tiene una raíz ética profunda. ¿Cuál es la causa principal de la terrible crisis Argentina? Un país dotado de las más increíbles riquezas ha sido saqueado por una corruptela masiva organizada en torno al Partido Justicialista. Gobernaron endeudándose y repartiendo prebendas a su clientela a destajo y cuando llegó la hora de pagar le entregaron la presidencia a De la Rúa. El líder del justicialismo, Carlos Menen, tiene asegurado su futuro y su reelección porque tiene abundantes cuentas en Suiza, según informa la prensa de ese país y porque los argentinos -como todos los latinoamericanos- olvidan.

En Perú, Fujimori y Vladimiro Montesinos organizaron el Partido fujimorista Perú 2000, que creó la mayor organización de corrupción política y administrativa que haya existido en América Latina. Venezuela, el país más rico de América Latina, vivió décadas de lujo, donde su clase alta y su clase política se repartieron los miles de millones de dólares provenientes del petróleo en la fiesta de la corrupción más descarada del continente. Paraguay tuvo una larga dictadura corrupta que ha sido seguida por una democracia que mantiene esta herencia al mismo mismo nivel y hasta intenta superarlo. En Ecuador los bancos se apoderan de los ahorros de toda la población en connivencia con la clase política y un presidente se escapó con varios millones de dólares en los bolsillos. En Honduras, Nicaragua y El Salvador, los gobiernos son acusados de corruptos y son reemplazados por otros que parece que siguen la misma senda. En Guatemala, el ejército ejerce el monopolio de la corrupción, con gran disgusto de la clase política, que quiere comer del mismo plato. En México, el PRI se transformó en el partido de la corrupción institucionalizada y aportó con nuevas modalidades de corrupción: la mordida, el pluriempleo, el narcotráfico dirigido por los organismos públicos dedicados a combatirlo. En México se teme más a la policía que a la delincuencia, etc. Colombia es el país de la corrupción combinada con narcotráfico, delincuencia, guerrillas y paramilitares. Bolivia enfrenta permanentes escándalos de nuevos casos de corrupción. En Haití, el presidente, un ex sacerdote, ha generalizado la corrupción en todos los niveles de la sociedad más pobre de América Latina. En Brasil los escándalos de Collor de Melo y de otros altos políticos son tema permanentes de todos los días en la prensa brasileña.

Este es el panorama desolador de América Latina. En todos los casos, la corrupción es el denominador.

Fortalecer la ética del país.

Aunque hay una campaña intensa de la fronda aristocrática de convencernos que la situación en Chile es pésima, en esta perspectiva, Chile es el país más probo de América latina, como lo indica el INDICE DE CORRUPCION que elabora anualmente Transparency International. Por lo menos habría que reconocer que en este aspecto estamos bien.

Sin embargo, por parte del Gobierno surge un efecto que puede ser negativo: la complacencia. Estamos en un continente de corrupción, es nuestra obligación prever el desarrollo de la corrupción en Chile y no creer que los chilenos “somos” (para siempre probos), porque el que sea el país más probo, desde un punto de vista negativo, es también, simplemente el menos corrupto. Además es evidente que hay algún nivel de corrupción en Chile, basta recordar el caso Dávila, la refinería de Concón, ESVAL, EMPREMAR, Casa de Moneda, las gratificaciones escandalosas de los ejecutivos de las empresas públicas, el mal uso de los honorarios y otros escándalos denunciados por el diputado Ávila..

La corrupción es contagiosa. Los negocios entre personas de Chile y de los países latinoamericanos se hace siempre desde perspectivas culturales que se influyen mutuamente, el turismo dispersa los virus de la corrupción. Los negocios son grandes transmisores de valores y existe el riesgo que la infección de la corrupción llegue por esa vía y por otras.

Estamos frente a una amenaza cierta de la expansión de la corrupción. La única actitud racional es prever para enfrentarla en su estado de óvulo y no esperar que sea un dragón que con su fuego consuma al país. Hay bases sólidas, pero también hay algunas que están carcomidas por esta infección.

En estas condiciones uno se pregunta para partir: En Chile ¿Dónde está la ética?

¿La política?

Esta búsqueda podemos iniciarla en la política. Todos los políticos dicen que son éticos, pero nos interesa ir más allá. ¿La política implica la ética? Alguien nos responde que hace 2500 años, en Grecia, Ética y Política era una misma cosa. La ética era el bien vivir en la polis. Así lo sostiene Aristóteles, para quien la ética es inseparable, son una misma cosa con la política. Pero en el Renacimiento, Nicolás Maquiavelo separó para siempre ambas disciplinas. Desde entonces todos los estudiosos están de acuerdo que son cosas distintas y que la Ciencia Política es “científica”, es decir, objetiva, racional, libre de elementos valorativos y subjetivos. Lo que sí puede incluir la ética es una política específica, así como hay una política agraria o de salud, debe existir una política ética.

Sin embargo, recorrí las dependencias del gobierno, la secretaría de la Presidencia, el Ministerio del Interior , la secretaría de gobierno y nadie sabía nada, hasta llegué a la Contraloría, donde me dijeron que la función de ellos era el control y que nada sabían de ética. En el Consejo de Defensa del Estado me dijeron que sus funciones eran jurídicas y no éticas. Finalmente no encontré la ética en ninguno de los departamentos de la burocracia, sólo me dijeron que algún proyecto, como el de modernización del estado tiene un punto sobre ética, entre otros 20.

Finalmente encontré a un funcionario demócrata cristiano, quien me dijo que en Chile existía una política ética, pero referida a las violaciones de los derechos humanos. Esta política ética estaba condensada en la ética de la responsabilidad sustentada por Max Weber y que consistía en contrapesar los efectos que podía ocasiona un acto ético, para evitar que ellos fueran más negativos que lo que pretendía corregir. El trasfondo era que si se persigue a los violadores de los derechos humanos, los militares podrían enojarse y provocar un golpe de estado que produjera más víctimas que las que ya había. El presidente Aylwin la había sintetizado en el lema “justicia de acuerdo a lo posible”. Esta política se había traducido en la prisión de dos militares y en la publicación del Informe Rettig. Durante el período de Frei se mantuvo esta orientación y se había expresado en la constitución de la Mesa de Diálogo. Yo le pregunté.. “Y se obtuvo algo con esa mesa”, el referido funcionario me contestó: “Nada, pero se pudo conversar con los militares sobre el tema”. La otra expresión de esta política en el plano de la corrupción fue la decisión de no investigar los cheques del ejército que el general Pinochet había entregado a su hijo, porque me señaló “¿Se imagina el enojo del ejército si se investiga?”. Durante la presidencia de Lagos la política en ética siguió en el mismo tono y se había caracterizado como “Hay que dejar que funcione la institucionalidad” lo que significó que Pinochet que estaba siendo procesado quedara en libertad, en atención a su locura. Mi conclusión era que la política empleada consistía en olvidarse de la ética.

Pero no era lo que buscaba y no encontré a nadie encargado de la ética del Estado específicamente en relación a la corrupción…

¿La economía?

Acudí entonces a otra disciplina fundamental: la economía. Pero los entendidos me dijeron que la economía era una ciencia, con un método científico matematizante, en el que no tenían cabida los elementos valóricos.

Justamente ese día vi en televisión, como un diputado talibán que dice saberlo todo analizaba un problema parecido. Le preguntaron si consideraba correcto que los empresarios estuvieran despidiendo a tantos trabajadores. El diputado se indignó y les dijo a los periodistas: “Ustedes no entienden nada de economía, los empresarios no despiden para causar daño a nadie, lo hacen porque son las exigencias del mercado, esto no tiene nada que ver con la ética ni la justicia social”. Esta idea del diputado se confirmó cuando me citaron al más prominente economista contemporáneo, Milton Friedmann, quien dice “La responsabilidad social de los negocios es aumentar sus utilidades”, el empresario que cree que puede regalar dinero a instituciones de beneficencia está negando el fin de la empresa, porque su obligación es maximizar las utilidades. Friedmann sólo acepta estas donaciones cuando son parte de un programa de marketing o publicidad de la empresa, pero es excepcional.

Con estos argumentos me convencí que la economía no tenía nada que ver con la Ética, porque el pensamiento económico actual es casi exclusivamente neoliberal como Friedmann.

¿Las fuerzas armadas?.

Entonces me dirigí al edificio de las Fuerzas Armadas. Ellas como protectoras y garantes del sistema constitucional deberían tener una idea clara de donde se encontraría la ética. Me informaron que desgraciadamente no tenían información, porque como en el caso de los detenidos desaparecidos, se le había perdido la información. Yo me extrañé mucho, porque un capitán amigo me había contado que lo esencial en un ejército moderno era la información y que actualmente la información era el arma más poderosa. Él lo había aprendido en los cursos de inteligencia que había seguido en Estados Unidos y en sus estudios sobre doctrina de seguridad nacional que habían aprendido todos los uniformados.

¿La iglesia?
Desilusionado del ejército, decidí ir a lo que los chilenos más respetan, especialmente por el importante rol que jugó en la defensa de los derechos humanos durante la dictadura militar, tema que tiene directa relación con la ética. Entré a la catedral y escuché a un cardenal que daba una homilía. Decía que en Chile había exceso de justicia en los casos de violaciones a los derechos humanos (yo creía que había impunidad) y pidió a los señores diputados que votaran en contra del acuerdo internacional en contra de todas las formas de discriminación (yo creía que la Iglesia era tolerante). Salí desilusionado porque entendí que la Iglesia había perdido el derrotero ético y no podía contestarme.

A la salida de la Catedral me encontré con un viejo amigo cura, quien me dijo en voz baja para que no lo escuchara el cardenal: “nosotros los de entonces ya no somos los mismos”. Entendí que era un sacerdote de otra época porque citaba a Neruda y que la iglesia ya no era la misma.

¿La universidad?
Mis fuentes de consulta para saber donde estaba la ética se reducían, cuando recordé que la Universidad es el templo del saber. Allí tenía que estar la solución. Acudí a la Universidad y en el parque próximo me encontré con un grupo de alumnos a los que les pregunté ¿Dónde puedo buscar la ética?. Todos me miraron extrañados y confusos. Finalmente uno me dijo si me refería a los asuntos de copiar en las pruebas. Otro dijo que ahora era más fácil que nunca copiar porque en INTERNET se podía encontrar cualquier tema que pidiera cualquier “viejo” y como hay miles de artículos nunca podían probarle que era copia. Otro señalo que copiar ya no era asunto ético desde que el decano había sido sorprendido en un congreso en Argentina presentando un documento plagiado y al director de un Instituto le habían rechazado un artículo en una recista porque tenía partes copiadas de un autor español. Yo advertí que se aproximaban al tema, pero que no contestaban mi pregunta. Finalmente, un alumno de barba y gruesos anteojos, mirándome con desprecio me dijo: “lo que pasa es que la ética corresponde a la modernidad y Ud. debe saber que estamos entrando en la posmodernidad, donde la ética es reemplazada por la eticidad”. Encogiéndome un poco pregunté humildemente “¿Y qué es la eticidad?”. El alumno, mirándome con mayor desprecio aún me dijo: “eticidad es la ética de bolsillo, que consiste en hacer lo que le conviene a uno”. Empecé a sospechar que la ética no existía y que andaba buscando un concepto en extinción.

Pero el alumno sabihondo me tomo del brazo y me llevó a una sala donde tomaban café varios profesores impresionantes como pavos reales. El alumno me presentó y me dijo que estos profesores eran maestros en Ética y Filosofía y podrían responderme la pregunta.

Al final había llegado a la cumbre del saber y los profesores se apresuraron a responderme:

El primero, con una impresionante impostación de la voz me precisó ¿Ud. quiere saber dónde esta la ética o el bien?. Comprendiendo que eran cosas distintas le respondí:”Cualquiera de las dos”.

“El bien está en la persona humana. Ud debe buscarlo en Ud. mismo” me dijo un profesor que se identificó como socrático.
Otro me dijo: “Conforme a Nietzsche y Heidegger el bien reside en el lenguaje y su acción”
Uno mas anciano dijo: Yo soy kantiano y creo que el bien de define en la forma”.
“No, afirmó otro, el bien reside en la idea y es la idea superior, conforme a mi visión platónica del mundo”.
Uno más pequeño, que era moreno y joven, movedizo como un ratoncillo y que parecía aprendiz de sabio dijo: “Para encontrar el bien debe establecer la dorada medianía de los actos, conforme al más supremo de los filósofos: Aristóteles”.
Otro con aspecto de cura arrepentido señalo:”Lo que debe buscar Ud. es el bien común y lo encontrará en Santo Tomás de Aquino” y procedió a persignarse..

Uno barbudo, que sostenía una muralla que se estaba derrumbando, me dijo “el bien es un producto ideológico de clase, generado por la superestructura de la sociedad y dependerá del tipo de base económica que exista en esa sociedad. Pero para mí el bien reside en la sociedad sin clases del futuro y todas las acciones que uno realice en función de ese objetivo están impregnadas del bien proletario” .

El primero que había hablado me dijo: “Hay otros profesores que tienen otras posiciones, podemos invitarlos”.

Yo le agradecí la gentileza y les manifesté que con lo que me habían dicho ya me iba suficientemente confundido.

En realidad, todavía no sabía donde estaba la ética … o el bien y decidí hacer un último esfuerzo y me dirigí a los tribunales de justicia. Sin duda la justicia tiene que ser la aplicación del bien y de la ética. Iba entrando a los tribunales, cuando salía un caballero maniatado entre dos gendarmes y gritaba: “Lo único que yo preguntaba era por que la justicia no corregía los errores que cometía y me encarcelan por ofensa a la dignidad de la función judicial”.

En esas condiciones y timoratamente opté por no preguntar nada en los Tribunales y me fui con una confusión enriquecida con todas las respuestas recibidas.

Mi conclusión fue la siguiente: Es hora que la ética pase a ser un tema importante en nuestra época si queremos mantener y mejorar la probidad que existe en Chile y es imprescindible que el Gobierno diseñe y aplique una política de ética para Chile.

Patricio Orellana Vargas

17012002

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