Roa, Armando, Modernidad y posmodernidad.
Armando Roa, Modernidad y posmodernidad, coincidencias y diferencias fundamentales
Armando Roa, Modernidad y posmodernidad, coincidencias y diferencias fundamentales. Santiago, Andrés Bello, 1995, 80 Págs.
La premodernidad.
La modernidad enfrenta a la edad media, que se exalta como el período en el cual, el hombre reconoce su capacidad para acceder a la realidad y su esencia, con las limitaciones de un conocimiento finito. Los nominalista son el primer choque con estas carencias, ya que sostienen que el conocimiento sólo es posible con respecto de individiualidades a través de los sentidos, pero no en su esencia íntima ni en su generalidad. Sin embargo, el fin del pensamiento medieval surge con Lutero, quien divide el universo en el mundo de Dios y el mundo real, en el cual sólo puede perseguirse y darse la felicidad, pero no es posible alcanzar el reino de los cielos realizando obras en él. De esta manera las obras de los hombres no pavimentan un camino a Dios, ya que sólo la fe, a través de la Biblia es el camino al cielo. La religión y la ciencia, conforme al nominalista Occam, no deben obediencia a ninguna autoridad, excepto a la conciencia, la primera y a la experiencia la segunda, engarzándose este pensamiento con el de Lutero.
La modernidad.
La modernidad es entonces, la superación del medievalismo y el logro de alcanzar los niveles más altos del espíritu humano, en los que “la inteligencia se enseñorea de todo”. Es la visión de Hegel que Fukuyama actualiza con su tesis del fin de la historia es la entrada a la posmodernidad.
La modernidad se fundamenta en convicciones del siguiente tenor: -La razón permite conocer la verdad.
-La matematización del conocimiento para su objetividad.
-La comprobación y experimentación de lo verdadero.
-La libertad incondicional del hombre para regir su destino. -La religión y superstición empañan la razón.
-El hombre es el ser superior de la creación .
-La democracia es la mejor forma de construir la sociedad.
-la biología y la física matemática alcanzan logros y conocimientos asombrosos.
Hegel, Marx, Engels, Darwin y Freud siguen el alma de la modernidad y coinciden en las concepciones de evolución superación y esperanza de un futuro de perfección. Hasta Nietzche que veía al hombre como vil y falso, tenía fe en la aparición del Superhombre. La realidad se expresa en una permanente dualidad y la Revolución Francesa que exalta al hombre y su autonomía, trae al romanticismo, que es una valoración del pasado y un “ricorso”. Descartes con la separación de cuerpo y alma reitera esta dualidad y permite acceder al conocimiento del cuerpo como objeto. La dualidad objeto-sujeto del conocimiento reafirma al sujeto, el hombre enriquecido con el conocimiento y la ciencia, pero empobrecido por su deshumanización.
Heidegger y Wittgenstein rechazan esa división objeto-sujeto y configuran la idea de que “yo soy mi mundo” y que el sujeto es simplemente el límite del mundo, así como el “yo ahí” incluye al objeto y al sujeto. Sus ideas configurarán la posmodernidad.
Las ideologías son fuerzas para dominar lo de afuera. Si se lucha ciegamente se accederá al paraíso que la ideología ofrece y el hombre otorga a su poder el don de cambiarlo todo. Sin embargo, la ética, fundada en la voluntad y la autonomía, según Kant es la que define los valores.
En literatura, James Joyce con su Ulises es una búsqueda en la conciencia de un personaje cualquiera, mostrando lo infinito de las vivencias. Marcel Proust con su En busca del tiempo perdido es la retención de lo pretérito en la conciencia, exaltándolo y dignificándolo.
La modernidad ha sido etnocéntrica, la cultura europeo y norteamericana son superiores y el avance para otros pueblos es asimilarse a esa cultura. La modernidad ha exaltado al hombre, la razón y la ciencia.
Para el autor, el concepto de modernidad alude a un concepto del hombre y de la historia, en cambio el concepto de modernización tiene un contenido muy distinto, alude a la satisfacción más expedita de las necesidades habituales.
La posmodernidad.
Conforme a Lyotard, la modernidad terminó con el movimiento estudiantil de París en 1968. Aunque no todos concuerdan con este fin específico, este evento fue el fin de las ideologías y su esperanza de transformación. La imaginación, última ideología terminó en ese proceso.
La posmodernidad se caracteriza, entonces por: – la pérdida de vigencia de las ideologías y de lo teórico, por su inutilidad. – la realidad dejó de ser valor de uso y ya interesa como valor de cambio, similar al dinero, que no tiene valor en sí.
– la ética pasa a ser casuística, se resuelve cada caso según el buen sentido o la mayoría, sin fundamento teórico.
– la búsqueda de lo hedónico y la primacía del placer posterga el sentido profundo de la felicidad. El hacer sexo reemplaza el amar.
– la realidad queda en lo superficial, ya no interesan las grandes teorías, sólo las explicaciones casuísticas.
– la vida pierde su carácter sagrado y pasa a disfrutarse con agrados y placeres.
– surge la ética del posdeber: manejo del cuerpo, derechos humanos, derecho a gozar de la individualidad sexual homo o hetero. Se crea vida por vías artificiales, se dispone de los órganos de los cadáveres, etc. Todo esto configura el reemplazo de la ética por la eticidad o ética de bolsillo. El imperativo categórico es desplazado por el imperativo hipotético.
– la meta de la existencia humana no es el bien o la heroicidad, sino la trivialización, no crear ni vivir problemas.
– la diferenciación objeto-sujeto, típico del método científico desaparece y se funden. Las tecnologías que servían pasan a dominar e influir.
-la realidad pierde sus contornos. La física cuántica, la informática y otros factores diluyen la macicez de lo objetivo.
El arte posmoderno no tiene escuelas ni vanguardias como el modernismo, es a-histórico y conglomerante. Ezra Pound y T.S. Elliot incluyen en sus poemas voces de otros tiempos, como Homero o Dante. La música nueva se hace con las viejas formas según Penderecki.
Posmodernidad y tecnología.
La posmodernidad muestra un interés vital por la tecnología. La ciencia es útil como un paso a la tecnología.
La tecnología cumple la función de generar bienes placenteros e intrascendentes y atrapa al hombre, que se desplaza de lo profundo a lo simple, y de la belleza a lo bonito. El hombre tecnológico no está preocupado de pensar en sí, sino que en hacer.
El horizonte de la posmodernidad.
La posmodernidad no surge del pensamiento de Nietzche, de Heidegger o de Wittenstein, sino del azar espontáneo. La frase popular “No estoy ni ahí con nada” expresa su sentido.
Los derechos de los homosexuales, la fertilización asistida, la manipulacion del genoma humano, el uso de tejidos de embriones, la clonación, etc., llevan a una actitud de desengaño del etnocentrismo cultural occidental. El considerar normal la homosexualidad como lo establece la Clasificación Americana de Enfermedades Mentales. Citando a Marx: “Todo lo sólido se desvanece en el aire” refleja la visión posmoderna.
En estas circunstancias, la angustia, que ha acompañado siempre al hombre, pasa a ser una compañía permanente y a ella se suma la ansiedad. Esta angustia que obliga a tomar conciencia de la temporalidad, es ahora buscada como una diversión. La vida pasa a ser una serie de eventos entretenidos, placenteros o absurdos. La esperanza está en que esta caza de eventos termine agotando y genere la paz del alma.
El autor- destacado médico psiquiatra- presenta los conceptos de modernidad y posmodernidad desde una perspectiva psicológica y religiosa, impregnada de valores cristianos conservadores que se escandalizan frente al cambio del mundo y su conclusión es atrozmente pesimista.
Patricio Orellana Vargas
excelente !